La súplica del árbol
Hombre, escúchame…
¡Por las frías noches de noviembre, soy el calor de tu hoguera!
¡Consumiéndome es como puedo recalentarte!
¡Soy la sombra fresca bajo el tórrido sol del estío!
¡Soy el armazón de tu casa y el techo de tus albergues!
Soy la tabla de tu mesa y la silla sobre la cual puedes reposarte
¡Soy la bóveda de tus mezquitas y madrazas!
¡Soy el lecho donde te acuestas cuando tu jornada de labor ha terminado!
¡Soy la materia viva que crea la armonía de tu violín y los sonidos melodiosos de tu flauta!
¡Soy la madera con que construyes tus naves!
¡Soy el mango de tu hoz, el patín de tu trineo y la puerta de tu cerca!
¡Soy el cofre de tus bienes, el rodillo que moldea tu masa y la cuchara que remueve tu potaje!
¡Soy la cuna de tu hijo y seré tu ataúd cuando te vayas de este mundo!
¡Hombre, yo soy tu amigo! ¿Por qué, entonces, eres tan cruel conmigo?
¿Por qué me destruyes?
¡Deberías protegerme ya que tu propia vida esta íntimamente ligada a la mía…!!!
